El reciente concurso-licitación al que llamó la alcaldesa Matthei para rescatar el antiguo edificio en el que desde los años cincuenta funcionó el Mercado de Providencia, es un acierto de gestión municipal muy necesario para la recuperación de un espacio arquitectónico que fue el centro de la actividad comercial y de la vida ciudadana de la comuna.

El edificio brillantemente concebido como mercado, obra de los arquitectos Carlos Cruz y Escipión Munizaga, dejó de serlo en los años ochenta y pasó, luego de una intervención de la oficina del arquitecto Cristián Boza, a ser ocupado por la Dirección de Turismo.

Las bases del concurso hacían especial mención a que se escogería un proyecto integral, en el que la arquitectura sería uno de los factores relevantes para ganar la licitación. Sin desmerecer la inversión y el mix programático propuesto, la prioridad estuvo puesta en lo arquitectónico y urbanístico de las propuestas con énfasis en la recuperación patrimonial del edificio y la valoración del espacio público circundante.

El equipo ganador, con el proyecto de Martín Lira y la respuesta urbana de Pablo Allard, junto al expertise del grupo Patio Bellavista, presentaron una armónica e integradora proposición de nuevo mercado con venta de productos junto a cocinerías y restaurantes, pensados en la situación de comuna de paso como es Providencia, además de espacios para la cultura y acogida de los vecinos próximos al edificio que conocieron el antiguo mercado.

El mérito principal del proyecto ganador radica en la recuperación patrimonial del edificio, junto a su propuesta de fachadas laterales que, tomando la dignidad de la columnata del doble altura de la fachada principal, se manifiestan con similares proporciones, pero con la contemporaneidad del siglo XXI.

El Mercado de Providencia, sin duda, se merece este espacio de valor.