08 de marzo de 2021

Publican texto referencial| Un proyecto colaborativo: Los hitos de 30 notables ARQUITECTOS CHILENOS

‘Premio Nacional de Arquitectura. Desde 1969’ es el nombre de un volumen de lujo y bilingüe en el que se repasa el legado de estos profesionales, cuyas carreras recorren alrededor de un siglo.

En el proceso de redacción de ‘Premio Nacional de Arquitectura. Desde 1969’ también tuvo un papel fundamental el arquitecto Pablo Altikes, doctor por la Universidad de Sevilla y miembro fundador de Docomomo Chile (Documentación y conservación del Movimiento Moderno). En conversación con Artes y Letras, Altikes afirma que estamos ante una de las publicaciones más completas en torno a los galardonados. Rememora que, en 1985, la arquitecta María Dolores Muñoz Rebolledo editó un pequeño folleto sobre este tema, gracias al apoyo de la Universidad del Bío-Bío y su facultad de arquitectura. Quince años después, en 2000 y para la Bienal de Arquitectura que entonces presidió Humberto Eliash, se convocó a la propia María Dolores y a todo un equipo de expertos para dar forma a una nueva obra. ‘Hasta que 20 años más tarde llega Bárbara Vicuña y empieza a trabajar en este libro impresionante y con material completamente actualizado que recoge los 29 premios que se han otorgado a 30 arquitectos nacionales. Hay que recordar que en 2004, y por primera vez desde su existencia, se le otorgó a un matrimonio, conformado por Luis Izquierdo y Antonia Lehmann: fue la primera vez que lo obtuvo una mujer’. Pablo Altikes comenta que cuando lo convocaron para unirse a este proyecto no dudó en participar y le dijo a Bárbara Vicuña que se trataba de una publicación histórica y patrimonial, por varios motivos. ‘La arquitectura en Chile desde el año 62 en adelante pasa a ser un referente mundial y planetario. Básicamente, porque a mediados de los años 50 se monta una exposición en el prestigioso museo MoMA de Nueva York y se ponen en valor varios proyectos chilenos de arquitectura y, además, en 1962 la Universidad Nacional de Buenos Aires imprime el primer libro monográfico en la historia del mundo destinado a una oficina chilena, que fue Bresciani Valdés Castillo Huidobro: de los cuatro arquitectos, tres fueron premios nacionales, salvo Carlos García-Huidobro. De ahí en adelante, la arquitectura chilena la ‘rompió’ en el ámbito internacional’, dice Altikes. El miembro fundador de Docomomo Chile continúa con su reflexión y añade que en los años 70 y 80 -por distintos motivos políticos- Chile no tuvo trascendencia mundial en la materia. ‘En la década de los 90 se produce el gran salto y a partir del 2000 ya empezamos a ser comparables con la poesía chilena como producto de exportación. Antes de la pandemia y el estallido social, Chile era turismo arquitectónico obligado a nivel mundial y esto queda plenamente reflejado en el libro’, explica. 

 

Pablo Altikes se suma a la preocupación por la destrucción del patrimonio y recuerda que la Unesco ha lanzado varias alertas mundiales y ultimátum a nuestro país, en particular por los estados de conservación de Valparaíso y Chiloé. En esa línea -afirma-, en los últimos años se han modificado o demolido obras de premios nacionales de calidad mundial. Y enumera una serie de construcciones notables, como la casa de calle Lota de Christian de Groote; o la casa Keymar en Providencia y el edificio Defensa de la Raza en el Parque Cousiño -‘completamente alterado’-, ambos de Jorge Aguirre Silva. También ‘la casa en avenida El Bosque norte de Rodulfo Oyarzún, dos casas pareadas en avenida Pocuro, de Emilio Duhart, y, por último, la terrible remodelación y transformación del Cap Ducal frente al mar en Viña del Mar, de Roberto Dávila Carson, por nombrar los casos más emblemáticos’. 

 

El arquitecto destaca que ‘este libro es una foto de lo que tenemos en arquitectura y que posiblemente en 10 o 15 años más va a desaparecer. Es una herencia. Un testimonio de las construcciones más espectaculares que tenemos que cuidar’. Y desempolva emocionantes anécdotas del trabajo; entre otras, el encuentro con una hija de Rodulfo Oyarzún Philippi. ‘Paulina me mostró una bodega increíble con todas las fotografías y los planos de su papá. Es un tesoro que debería estar en un museo o ser recogido por la UC en su Centro de Investigación Sergio Larraín García-Moreno: el único centro que tiene las condiciones climáticas y medioambientales para cuidar este tipo de patrimonio’. Altikes también se sorprende con la versatilidad de los galardonados. ‘A Fernando Castillo Velasco (1918-2013) partieron diciéndole hormigón Velasco y cuando empieza sus comunidades en La Reina, le dicen ladrillo Velasco. Uno iba a su casa y a los ocho de la mañana, con sus más de 90 años, ya estaba dibujando en AutoCAD. Todos estos arquitectos no conocieron la palabra frontera, límite o la palabra ‘no se puede’. La innovación con la genialidad hace que existan estos 30 premios nacionales de arquitectura’, concluye Pablo Altikes. 

 

Recuadro

 

Desde 1969 a 2019: 50 años y 30 galardonados

 

• Juan Martínez Gutiérrez (lo recibió en 1969): entre lo clásico y lo moderno. • Carlos Bresciani (1970): innovador, de elocuentes palabras y muchos amigos. • Roberto Dávila Carson (1971): maestro de la primera modernidad en Chile. • Sergio Larraín García-Moreno (1972): un vanguardista esencial. • Héctor Mardones Restat (1973): caballero que cruza fronteras. • Rodulfo Oyarzún Philippi (1974): viajero existencial. • Alberto Cruz Covarrubias (1975): travesía al infinito. • Héctor Valdés Phillips (1976): un visionario. • Emilio Duhart Harosteguy (1977): arquitecto-urbanista. • Carlos Buschman Zwanzger (1979): creador del centro de Osorno. • Edwin Weil Wöhlke (1981): carrera en el Estado. • Fernando Castillo Velasco (1983): mejorar la sociedad. • Jorge Aguirre Silva (1985): humanista del modernismo. • Mario Recordón Burnier (1987): magnitud pública. • Mario Pérez de Arce Lavín (1989): conexión con el paisaje. • Francisco de Borja García-Huidobro (1991): sentido estético. • Christian de Groote Córdova (1993): un cambio trascendente. • Roberto Goycoolea Infante (1995): regionalista. • Cristián Fernández Cox (1997): modernidad apropiada. • Víctor Gubbins Browne (2000): sensibilidad social. • Juan Sabbagh Pisano (2002): innovación y cuestionamiento. • Luis Izquierdo y Antonia Lehmann (2004): gran belleza. • Germán del Sol (2006): ambiente natural y cultural. • Cristián Valdés Eguiguren (2008): la famosa silla Valdés. • Enrique Browne Covarrubias (2010): arquitecto bioclimático. • José Cruz Ovalle (2012): arquitectura y arte. • Teodoro Fernández Larrañaga (2014): parques urbanos. • Edward Rojas Vega (2016): maestro de Chiloé. • Miguel Lawner Steiman (2019): tenacidad vital.

 

PREMIO NACIONAL DE ARQUITECTURA. DESDE 1969 

Bárbara Vicuña y equipo 

Ediciones Babieca, 

Santiago, 2020, 

384 páginas, 

$60.000. 

Disponible en Edicionesbabieca.com

 

MAUREEN LENNON ZANINOVIC

 

El Mercurio

El recorrido continuó por el parque Lage, ubicado en el barrio Jardín Botánico, a los pies del Corcovado, donde fueron recibidos por el arquitecto Diego Portas, académico de la Universidad Federal de Río de Janeiro, quien describió las principales características del entorno y los modelos adaptados a una situación de geografía excepcional, además de ahondar en aspectos sociales y culturales del asentamiento en la urbe.


Para concluir, la misión se dirigió al centro de Río de Janeiro, donde se visitaron obras emblemáticas de la ciudad como el Edificio Gustavo Capanema, el Teatro Municipal, la Catedral Metropolitana, el Acueducto Carioca, el Museo del Mañana de Santiago Calatrava y el Museo de Arte Moderno de Affonso Eduardo Reidy: “Muy impresionante, uno de los edificios más antiguos y pareciera que fuera nuevo, tremendamente interesante desde el punto de vista arquitectónico”, comentó Ana María Dávila sobre este último.

Balance positivo


A juicio de la arquitecta, se trató de una misión “redonda”, con un grupo de cerca de treinta profesionales y una duración intermedia entre la Misión Tecnológica y la Histórico Cultural, que entregó el tiempo adecuado para conocer Brasilia, que “debería ser destino obligatorio para cualquier arquitecto y estudiante de la profesión, como ciudad que cuenta la historia de la arquitectura moderna”, considerando que en tan solo unos años recorrió el camino que a otras urbes les lleva centenios.


La actividad se extendió entre el 15 y el 21 de mayo partiendo en Brasilia, donde una treintena de participantes tuvo una aproximación a los notables espacios de la arquitectura moderna brasileña, estudiando de cerca las obras de Oscar Niemeyer y Lucio Costa.


Ciudad para experimentar

Por Maribel Mora, de A4 Arquitectos

¡El paisaje de Río de Janeiro sorprende! Su exuberante geografía hace de Río una ciudad única, constituida a través de una serie de capas. Una primera capa natural que domina el paisaje con una topografía sinuosa, acompañada de una densa vegetación que baña el entorno de diversos tonos verdes, además de una serie de imponentes piedras que se posan como hitos en la ciudad.

Sobre esta capa natural se entretejen infraestructuras artificiales que permiten crear el territorio de la ciudad: Rellenos, contenciones, puentes, caminos y elementos arquitectónicos que facilitan la habitabilidad de la ciudad.


Por último, una diversa capa social que enriquece día a día la cultura de Río con sus comidas, sonidos, colores y múltiples contrastes y problemáticas, destacando la hospitalidad local.

Río de Janeiro me sorprendió con su capacidad de adaptarse al territorio y su rica cultura consolidada a través del tiempo, ¡Sin duda una ciudad que hay que experimentar!

Misiones AOA


Como parte de las actividades que realiza el Comité de Globalización y Misiones, estas instancias son reconocidas como encuentros de integración, que permiten la actualización de conocimientos y la vinculación de valor entre profesionales, tanto asociados como partners y cercanos a AOA.


Existen tres tipos de ellas: Las Misiones Histórico Culturales, que promueven el conocimiento de la arquitectura latinoamericana y han tenido como destinos anteriores, las ciudades de Buenos Aires, Montevideo, São Paulo, Bogotá y Quito, entre otros. Las Misiones Tecnológicas, que han llevado a los profesionales a destinos como Emiratos Árabes, Países Bajos, Países Escandinavos y Oceanía, y desde el año pasado, se sumó la Misión Patrimonial, cuyo objetivo es relevar el patrimonio cultural en Chile y cuya primera edición se dirigió a Lota y Concepción.

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