15 de junio de 2015

EL MUNDO EN LA EXPO MILÁN 2015

Más entretenida que un despliegue de buena arquitectura, la Expo Milán 2015 es una interesante muestra de los procesos agroalimentarios de los países y su preocupación por los recursos naturales del mundo. Bajo el lema «Alimentando el planeta, energía para la vida», se presentan 145 pabellones, algunos de ellos excepcionales en cuanto a su diseño y contenido. Chile, no se queda atrás y ya registra 180 mil visitas.

Su nombre es Sara, tiene unos 12 años y un evento mágico la llevará al Dubai de 1960. Allí conocerá a sus jóvenes abuelos y vivirá en carne propia lo que significa la escasez de agua en el desierto. Sara aprenderá de la experiencia de sus antepasados para construir un futuro sustentable. Sara sembrará la duda sobre nuestro comportamiento con los recursos naturales del planeta. Sara emocionará.

 

La película, de 8 minutos de duración, con la pequeña Sara como protagonista -y luego su aparición a la manera de un holograma-, es uno de los principales atractivos del pabellón de Emiratos Árabes en la Expo Milán 2015, la feria universal que desde el 1 de mayo y hasta el 31 de octubre se está desarrollando en la capital del diseño italiano, con el nombre «Alimentando el planeta, energía para la vida». El tema no es menor, considerando que en la actualidad 800 millones de personas no tienen acceso a agua limpia, y que para el 2025, alrededor de 1.800 millones vivirán en países que enfrentarán escasez de agua. Y por ende, de comida.

 

Tanto para Emiratos Árabes, como para los 145 países participantes en la muestra, es la consigna a través de la cual presentan su cultura, sus modos de vida, sus innovaciones para el ahorro de energía, sus riquezas naturales, sus tradiciones gastronómicas, su preocupación por el planeta y la nutrición del ser humano. Un verdadero bombardeo de ideas, colores, tecnologías, sabores, olores; un estímulo a los sentidos transversal a todas las edades, a veces punzante y directo, otras divertido, o melancólico. Las menos, aburrido.

 

Obviamente hay pabellones que acaparan más atención que otros. Ya sea por su arquitectura, ya que la feria es un verdadero espectáculo de formas y materiales -lamentablemente a veces estridente y alejado de toda estética-, o por su contenido, o en el caso de Emiratos Árabes, por ambos motivos. El volumen fue diseñado nada menos que por la prestigiosa oficina británica Foster and Partners. Al mediodía la fila para entrar puede tardar hasta una hora de espera. No importa el calor húmedo que por estos días pesa sobre los asistentes. Todos quieren ver a Sara.

 

También exitoso ha sido el pabellón de Japón, que recibe más de 3 mil personas al día. Haciendo alarde de su vanguardia tecnológica y su tradición milenaria, invita a una comida virtual con pantallas táctiles y hasta un show típico donde se dejan explícitos los beneficios de la dieta japonesa. Todo dentro de una estructura que contiene 17 mil piezas de madera ensambladas y por donde pasa la luz en distintas tonalidades a lo largo del día. Más frescos son los recorridos por Austria y Reino Unido; este último, según los medios internacionales especializados, uno de los mejores de la muestra. Mientras el primero envuelve al espectador en el microclima de un bosque; el segundo pone en relevancia el viaje de las abejas desde las praderas hasta una colmena gigante, reproducida por el artista Wolfgang Buttress, y que es una agradable pausa entre pabellones de arquitectura bombástica. Quienes dan la bienvenida en el lugar explican que está compuesta por 169 mil piezas de aluminio con pequeñas luminarias LED que se encienden en tiempo real, de acuerdo a la actividad de una colmena real ubicada en Nottingham.

 

Al parecer la voz se corre rápido y los visitantes -hay cursos hasta de preescolares en compañía de sus profesores- no tienen problemas en recorrer los casi un millón de metros cuadrados de muestra para descubrir lo que les interesa. Un mar de gente camina de un extremo a otro. Los pabellones de la Expo Milán se distribuyen mayormente a lo largo de una gran avenida de 1,5 kilómetros -Decumano- que es cruzada por cerca de 30 calles menores y una principal llamada Cardo, que agrupa la exhibición de todo lo relacionado con los productos de Italia, y que, como buenos dueños de casa acaparan miradas, aplausos y visitantes; de hecho, el Palazzo Italia junto con el teatro al aire libre, son las únicas estructuras que por el momento permanecerán en el sitio una vez finalizada la exposición. El «Árbol de la Vida», al final de la avenida Cardo -parte de la exhibición italiana- es una estructura de madera y acero, de 30 metros de alto que se ilumina y «florece» en un precioso espectáculo de luz y color, ofreciendo de manera simbólica las semillas y frutas de Italia al mundo. Rodeado de una extensa fuente de agua, sirve como área de descanso para los asistentes y para la realización de eventos alusivos.

 

Todo en la Expo Milán es muy ordenado y amigable. Resultado del buen diseño maestro que hizo el equipo conformado por los prestigiosos arquitectos Richard Burdett, Jacques Herzog, William McDonough, Joan Busquets y Stefano Boeri. Además de los pabellones por países, definieron áreas temáticas como el Parque de la Biovidersidad, que reproduce la variedad de ecosistemas del planeta, o el área de niños pensada para entretenerse y aprender, entre otros. Asimismo, hay pabellones temáticos en torno a algunas comidas -imperdibles aquellos relacionados con el chocolate-, restaurantes y stands corporativos.

 

«El amor de Chile»

 

Chile -Cile para los italianos- ha sido muy destacado tanto por la prensa internacional, como por los propios organizadores de la feria. De hecho, una publicación del sitio architectmagazine.com lo destacó como lo más lindo de la exhibición. La obra es una simple caja de pino laminado cuya expresión está definida por su estructura reticulada. Armado con vigas apoyadas sobre seis pilares de acero, diseño del arquitecto Cristián Undurraga y del creativo Eugenio García, el pabellón ha registrado 180 mil visitas, quienes se maravillan no solo con el recorrido por nuestra fértil tierra de contrastes, reflejada a través de pantallas táctiles y sonidos envolventes -todo se inicia a través de una oscura e intrigante rampa móvil con el ruido de rocas quebrándose y lecturas de poemas-, sino también por su serena arquitectura, y por los platos típicos que vende el restaurante ubicado en el primer nivel, bajo el entramado de madera, en un espacio intermedio entre el adentro y el afuera, y que relaciona el espacio íntimo con el urbano. Es entretenido ver cómo los europeos y asiáticos, en su mayoría, preguntan por la elaboración del pastel de choclo, las empanadas y los chilenitos, y se sientan en la mesa escultórica hecha en lenga por Osvaldo Peña.

 

Cristián Undurraga explica que la idea fue hacer, justamente, un edificio sobrio, muy de acuerdo al carácter de Chile: «En este esqueleto de madera lo tectónico y lo artesanal aparecen como una resistencia frente a la seducción del espectáculo banal».

 

Llamado «El amor de Chile» el pabellón -concebido como un mecano- hace referencia a la cadena de afecto del proceso productivo, desde quienes cultivan hasta los que distribuyen los productos hacia el mundo.

 

Pisando fuerte

 

Hace casi dos años la AOA -Asociación de Oficinas de Arquitectos- entregaba a 21 firmas las bases para participar en el proyecto del pabellón de Chile en la Expo Milán. Hoy, la directiva de la entidad, más algunos representantes de las oficinas miembros, llegaron hasta allí para participar en la Semana de la Arquitectura e Infraestructura, como parte de las actividades del pabellón. La idea: dar a conocer a través de charlas la calidad y variedad del oficio en Chile, y su potencial exportable al mundo. Osvaldo Fuenzalida, presidente de la AOA, más los directivos Pablo Larraín y David Rodríguez, abordaron sus distintos aspectos, invitando a los europeos a trabajar en conjunto en proyectos en Chile y el extranjero.

 

Para Fuenzalida es interesante que el 25% de las oficinas asociadas está desarrollando trabajos afuera, especialmente en Latinoamérica (como el proyecto de la foto, una clínica en Lima, obra de Alemparte, Barreda, Besançon y Wedelés), donde ya se podría decir que es de forma masiva, aunque también con presencia en EE.UU., España, e incluso en los Emiratos Árabes, con los proyectos realizados por Archiplan y A4 Arquitectos. Según expuso, son las fortalezas de nuestra arquitectura las que la hacen confiable: la adaptación a distintos climas y geografías, la condición antisísmica, el cuidado de los costos y la incorporación de características sustentables. David Rodríguez también destaca la sustentabilidad social, tema en que la arquitectura chilena está dando un gran paso, al incorporar a la ciudadanía en la toma de decisiones. Pablo Larraín, por su parte, destacó el alto estándar en materias de construcción y el alto nivel de conectividad de Chile, lo que permite estar conectados en tiempo real con otras compañías; bien lo sabe su oficina BL que, asociada con la firma estadounidense Gensler, desarrolló el máster plan para Larcomar en Lima (en la imagen). «Lima es un mercado importante para nosotros, tiene una inversión directa del orden de 20 mil millones de dólares y gran presencia de compañías chilenas».

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