Señor Director:

En el marco del Estallido Social, la destrucción de iglesias y edificios abrió un debate en torno a la resignificación, entendida como la posibilidad de alterar deliberadamente el sentido histórico de determinados espacios. Un ejemplo de ello es el intento de renombrar Plaza Baquedano por Plaza Dignidad.

La Bienal, al utilizar escenográficamente la iglesia San Francisco de Borja, se inserta en esa lectura. Sin embargo, romantizar ruinas derivadas de actos violentos resulta problemático, pues no solo desplaza el valor y el sentido original de los espacios comunitarios, sino que además corre el riesgo de legitimar la violencia como vía de transformación cultural y social