26 de diciembre de 2011

A la oficina en pijama

Por Fernando Marín C., arquitecto de la U. de Chile

Publicado en La Tercera

Hace unos días nos comunicábamos con nuestros socios en China para debatir acerca de la metodología para abordar un proyecto. Se revisaron planos, documentos y planillas de cálculo. Todo eso fue fácil… lo único difícil fue coordinar los horarios para que no fuera muy tarde acá ni muy temprano allá en atención a las 11 horas que hoy nos separan.

Muchas oficinas de arquitectura del mundo hoy trabajan hacia China y hacia muchos otros destinos y el esquema es básicamente el mismo. Un socio local, buenos protocolos, sistemas de comunicación y uno que otro viaje.

Pero, ¿es posible llevar esto al trabajo en su propia empresa, en su propia ciudad? Se ha preguntado cuánto de su trabajo lo podría hacer desde su casa y si esto fuera sistematizado y se implementara por la empresa donde usted trabaja, cuántas reuniones vagas se evitarían, cuánto tiempo utilizado en bajar al primer piso a fumar se ahorraría, y principalmente -como motivo central de esta columna- cuántos desplazamientos vehiculares, congestión y, junto con ello, cuánta contaminación se evitaría…

Obviamente no todos los trabajos pueden acceder a esta facilidad, muchos -quizá la mayoría aun- deben ser presenciales, pero muchas empresas también podrían optar por un sistema de teletrabajo que optimizaría los tiempos; reduciría los costos de arriendo o compra de metros cuadrados de oficinas; mejoraría el clima laboral y el estado de ánimo de sus funcionarios al recuperar para su familia los tiempos de traslados; y haría un aporte no menor a la descongestión y descontaminación generado por la reducción del uso de vehículos y la reducción también en el uso de energías requeridas para la iluminación y climatización de las oficinas repletas de funcionarios.

¿Qué se necesita para ello? Hay algunas variables a considerar, algunas de las cuales no me corresponde comentarlas aquí ya que no es mi tema pero si las puedo mencionar.

Primero, la actitud del personal debe ser proactiva, responsable y rigurosa, no entender que trabajar desde su casa significa relajo frente a los horarios y plazos, pero este es un tema donde sociólogos y psicólogos podrán aportar con datos más duros.

En la arquitectura propiamente tal, las oficinas se podrían acondicionar de tal manera de reducir al mínimo los puestos de trabajo asignados, dejando más estaciones de trabajo de uso flexible, salas de reuniones para la coordinación semanal de los equipos y principalmente excelentes y estables redes de comunicación en línea con su personal, software de videoconferencia, protocolos de comunicación y traspaso de documentos en la web. Todas estas tecnologías existen y de gran nivel de desarrollo y seguridad.

Sería también responsabilidad de la empresa equipar a su personal con los mismos recursos, en una inversión inicial quizá importante pero que sin duda se paga sola y en corto plazo con los ahorros que esta alternativa genera.

La arquitectura de la vivienda, por su parte, ya está considerando en muchos casos el Home Office como parte del programa común a resolver. Hoy quizás es un producto de marketing muy bien valorado ya que apunta a un tema que ya es común como el estudio y el ocio online de los jóvenes. Más adelante quizá llegue a ser un requerimiento tan necesario y obvio como fue en algún momento que los baños se dispusieran dentro de la vivienda y no en el patio, en atención a sistemas sanitarios o de ventilación que lo permitieron, o como los closets que reemplazaron a los armarios optimizando los espacios, o cómo bajó la altura de las viviendas porque mejores sistemas de aislación térmica permitieron eliminar en buena parte los ventiladores de techo, por señalar algunos de los avances que cambian nuestra manera de vivir el día a día.

En síntesis, el desarrollo de la tecnología nos cambia la manera de trabajar, de comunicarnos, de habitar, y por ello debe ser entendida y valorada como aporte en la medida que sepamos encontrar su uso más apropiado en función de una mejor calidad de vida.

Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir una red amplia de vínculos con la sociedad.