24 de mayo de 2017

Planificar para el futuro una garantía de calidad de vida

Por Ignacio Hernández Masses

Vicepresidente AOA.

Publimetro.

La polémica generada por los llamados guetos verticales en Estación Central ha vuelto a poner en el centro un debate sobre acciones y responsabilidades compartidas en la forma de hacer ciudad. Una fórmula que debe conducir las energías y esfuerzos de múltiples actores para la generación de una verdadera gobernanza, con una mirada seria, profunda y de largo plazo. Sin este foco, la planificación urbana de calidad no es posible.

Bien sabido es por autoridades, especialistas y técnicos que el proceso migratorio campo-ciudad es un fenómeno en marcha y que continuará en tasas y magnitudes que la humanidad no ha experimentado nunca antes. Se estima que, entre 1950 y 2050, la población planetaria crecerá a 10 mil millones de habitantes; de este total, el 66% (cerca de 6 mil millones) vivirá en asentamientos urbanos transcurridos los siguientes 33 años.

Durante ese tiempo, las autoridades están impelidas a convocar permanentemente a los mejores expertos en urbanismo, arquitectura, transporte y energía, a la sociedad en general y los vecinos, a los empresarios del rubro y todos los actores involucrados en el crecimiento de la ciudad para su debida planificación en un trabajo complejo, pero fácilmente abordable si se hace a largo plazo, orgánica y sistemáticamente.

En caso contrario, estaremos condenando a las futuras generaciones a una mala calidad de vida que ya atestiguamos, con la innecesaria y evitable estigmatización de comunas, barrios o comunidades.

La responsabilidad es compartida, pero la primera y más importante es la de la autoridad. Los organismos sectoriales, a través de planos reguladores comunales e intercomunales, están a cargo de velar por el correcto crecimiento armónico de las ciudades chilenas. La ausencia, descoordinación o falta de seguimiento y actualización de estas herramientas contribuyen a facilitar excesos, mediante decisiones omitidas o tomadas con poco análisis técnico y bajo intereses políticos o económicos cortoplacistas.

Peor que los guetos verticales pueden llegar a ser los guetos periféricos. Aquellos que relegan a parte de la población urbana a los extramuros de las ciudades, marginándolos de las mejores oportunidades. Los que ya estamos dentro somos los llamados a acoger a los nuevos habitantes, colaborando en consensos que faciliten una densificación armónica y funcional, integrados a una visión común que contenga y organice la política urbana nacional con los debidos acentos locales.

¿A qué ciudad queremos parecernos? ¿Los Ángeles? ¿Barcelona? ¿Manhattan? ¿Estambul? ¿El Cairo? Una vez que contemos con un ideario y visión común, estaremos capacitados para proyectar con seriedad el futuro de las ciudades en las que viven y vivirán la mayoría de los chilenos. Los arquitectos y urbanistas podemos y debemos colaborar en ello.

Con 25 años de historia, nos hemos ganado un espacio importante para la representación de los arquitectos en el debate público y frente a la autoridad. Buscamos tener una voz nítida y respaldada técnicamente, queremos llegar con nuestro mensaje a la opinión pública, y ser capaces de construir una red amplia de vínculos con la sociedad.